CONFERENCIA
EPISCOPAL CHILENA
Sobre «las Normas
nacionales para la regulación de la fertilidad»
¿Hacia dónde camina
Chile?
I. Entrega
de las «Normas»
El
Presidente de la Conferencia Episcopal
de Chile recibió el sábado 2 de septiembre, de manos de la Sra. Ministra de
Salud, el documento titulado «Normas nacionales para la regulación de la
fertilidad». Ese mismo día, ella anunció públicamente una de las medidas
contempladas en esta normativa: la distribución de la llamada «píldora del día
después» en los consultorios a las menores de 14 años que la solicitaran.
A través de
distintos medios de comunicación se han conocido opiniones diversas de personas,
instituciones, partidos políticos y sectores culturales, en relación a este
compuesto, considerado por las autoridades públicas un «anticonceptivo de
emergencia». Los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal
de Chile, al igual que importante parte del cuerpo médico y científico del país,
constatamos que son numerosas las instancias científicas que consideran que este
compuesto puede tener efectos abortivos en alguno de sus niveles de acción; que
su distribución puede revestir un atentado contra la vida que se inicia desde el
instante mismo de la
concepción. Esta medida, sin embargo, es sólo una de las
comprendidas en la nueva normativa del Ministerio.
II. Llamado
a estudiar las «Normas»
Consideramos
de la mayor importancia toda norma en este ámbito, y por esto invitamos a todos
a reflexionar sobre ellas a la luz de la naturaleza y la dignidad del ser
humano.
Como
pastores nos corresponde oír la opinión experta y fundada de los fieles laicos,
sus comunidades y organizaciones. Estamos pidiendo a las Comisiones del
episcopado e instituciones de Iglesia, a las Universidades Católicas y centros
de pensamiento, y a otros expertos, un análisis exhaustivo de esta normativa.
Queremos entregar a las familias, a la sociedad en su conjunto y a sus
autoridades, un juicio profundo sobre estas «Normas», acogiendo las miradas
científica, social, jurídica, ética y moral, para comprender mejor los criterios
planteados y los efectos dañinos de las Normas y considerar las acciones
pertinentes con el fin de revertir dichas consecuencias negativas.
III.
Valoración del Comité Permanente del Episcopado de Chile
Sin
perjuicio de lo anterior, quisiéramos decir una primera palabra acerca de estas
«Normas».
1. No son
éstas las políticas que los pastores esperábamos como buenos anuncios en el mes
de la patria.
No es éste el camino para el Chile que se apresta a celebrar su
Bicentenario. Esperábamos buenas noticias en el ámbito de la justicia social y
de la educación.
Este camino escogido nos decepciona.
2. Nos
parece necesario optar por la dignidad de la mujer, por lograr que su misión en
la sociedad sea plenamente valorada, acabando con la discriminación social y
económica que sufre, y con toda violencia intrafamiliar. Nos parece necesario
asimismo insistir en la corresponsabilidad del varón en su relación con la mujer
y con los hijos. Sin embargo, la opción por promover para esto la anticoncepción
no es el camino adecuado; menos aún cuando conduce al ocaso de la
maternidad.
3. El
documento establece ciertas disposiciones para todo el país que no fueron
sujetas a consultas ciudadanas o participación parlamentaria. Establecer
«Normas» para «regular» la fertilidad debiera ser objeto de una discusión amplia
y no una acción unilateral del Ministerio de Salud, en cuya elaboración
colaboraron solamente dos organizaciones representativas de una determinada
tendencia ideológica.
4. El
documento normativo recuerda a políticas públicas fijadas en regímenes
totalitarios que pretendían desde el Estado regular la vida íntima de las
personas en función de criterios autoritarios, no consensuados, y reñidos con el
respeto a la dignidad de la persona humana.
5. Estas
Normas acogen realidades deplorables en el campo de la sexualidad. Y el Estado se
dispone a facilitar, prescindiendo de los padres, las fórmulas –también las con
riesgo abortivo- que promueven estas conductas.
6.
A los jóvenes se les habla
de libertad, pero de una libertad sin responsabilidades. Y a los padres se les
priva de su sagrada obligación de educar, orientar y acompañar la vida de sus
hijos en los momentos más aflictivos de su vida adolescente.
7. Los
pastores levantamos hoy nuestra voz en favor de la dignidad de la vida, porque
lo sentimos un imperativo moral irrenunciable. Lo hicimos en una época cuando se
perseguía y se amenazaba la vida de los adversarios políticos, invocando
equivocadamente fundamentos acerca del bienestar social. Lo hacemos hoy, cuando
se margina a la familia, se facilita el quiebre de las relaciones
intrafamiliares y a veces se cierra la puerta a los niños concebidos y por
nacer.
8. Nuestras
familias no merecen las «Normas nacionales sobre regulación de la fertilidad»
emanadas del gobierno de Chile. Estamos con todas las familias que día a día
hacen patria a pesar de tantas dificultades. Extendemos a los padres, hijos y
abuelos nuestro especial afecto en esta hora. A todos los que trabajan y luchan
por la vida, les animamos a continuar, sin descanso, en este
propósito.
9. El Chile
que anhelamos para el Bicentenario es aquel donde no hay discriminación contra
la mujer; es aquel en el que no decrece la natalidad, convirtiéndonos en un país
con pocos niños; es aquel donde las brechas sociales se cierren de modo que
todos tengan derecho a nacer, sin importar el medio socioeconómico donde han
sido concebidos. Es nuestra responsabilidad, como miembros de una sociedad,
asegurar el desarrollo de la familia y de sus hijos, y no impedir que algunos no
lleguen a nacer porque las injusticias les auguran un mal futuro. Ese futuro
justo, equitativo y solidario lo podremos construir con miradas integrales, con
valores humanos que respeten y promuevan la dignidad de las personas, y no con
meras medidas de «emergencia». Los creyentes en Cristo tienen una palabra que
decir al respecto.
10. No
podemos desalentarnos ni resignarnos frente a una política equivocada. Por eso
queremos invitar a nuestros hermanos sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos
y demás personas de buena voluntad, a informar y formar a las personas en su
adhesión a la vida y a la promoción de la familia chilena, sobre todo con
ocasión del aniversario de nuestra Independencia.
11.
Encomendamos estas intenciones a Nuestra Señora del Carmen, Patrona de este
Chile que formamos todos sus hijos, también los que han partido y aquéllos que
tienen el sagrado derecho a nacer en esta tierra.
Santiago, 7 de septiembre
de 2006
EL COMITÉ PERMANENTE DE
LA CONFERENCIA
EPISCOPAL DE CHILE
† Alejandro Goic Karmelic, Obispo de
Rancagua, Presidente
† Francisco Javier
Errázuriz Ossa Cardenal Arzobispo de Santiago
† Cristián Contreras
Molina, Obispo de San Felipe, Sustituto
† Cristián Contreras
Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago, Secretario
General